martes, 15 de enero de 2013


Para celebrar mis muertos
debería empezar por presentarlos
ellos se conocen entre sí
pero no a ustedes
ni ustedes les conocen, eso es cierto.
Zoilo viejo que estás en el infierno
Ya no tengo mis muslos de pollo
mantengo los ojos grandes de mirar triste
algo había allí , vos lo viste antes que nadie
con sabiduría de hombre
que pierde los ojos en el campo y presiente el trueno.
Irma de pecho grande casa nido y agua de lavanda
orlado con bijouterie barata y colorida
de eternos vestidos floreados
soberbias carpas de princesas orientales
cómplice en noches de niña en vela
A vos te debo otras tantas de mi insomnio
la devoción a Juana y el creer que con mis manos
también puedo o pude transformar papel en flores
Y helados sorbidos a escondidas
con dos monedas que apretaba entre las manos
cruzando con cuidado la calle, vos vigía
mascarón de proa en el balcón de Brandzen.
Julio, pequeño dictador malhumorado
Me enseñaste a chiflar y comer gofio
imposible dirán todos, vos y yo tenemos el secreto.
Perdida en el sótano de tu casa                                                                    
siempre con miedo a los dragones y fantasmas
siempre atraída por dragones y fantasmas
que nunca vi, que siempre supe estaban.
Viviendo en el tiempo eterno de compadre Presidente
burros, casinos, la casa en el Prado.
Tu perro como vos pequeño dictador malhumorado
fue el primero que mordió cuando extendí la mano
Pero no el último, pero no el último.
Te fuiste dando órdenes al viento
Que nadie obedeció.
Y vos Andrés, Andrés gordo de bigotes
Andrés cuidándome en Palermo
Andrés de cigarro entre los labios
Andrés de eternas madrugadas
Andrés de entrevero con amigos
Andrés de boliche en boliche
Andrés agarrada de tu mano.
Tu mano padre, tu mano guía
bajando la persiana del negocio
para quedarse esperando la mañana.
Con vos aprendí a bailar sobre las mesas
a cantar para la barra y recitar poemas
a tomar hasta el segundo antes de la curda traicionera
a caminar las calles de nuestro Buenos Aires querido
para ser los primeros en leer el diario.
Aprendí a recorrer pasillos desolados
a sentir en la espalda los fantasmas
a pasear con mi gato en ascensor jaula
arriba, abajo, arriba, abajo, sin descanso.
A no tenerle miedo a los sonámbulos
a leer Machado con las tripas
a sentir el tango en los huesos.
a llegar siempre tarde donde fuera.
Aprendí que cocinar y amar van de la mano
que la verdadera sobremesa de un almuerzo acaba
cuando alguien pregunta por la cena.
A esperar el subte con los pies al borde
y la felicidad del aire caliente cuando llega
Aprendí a nadar en días de lluvia
porque es difícil que un rayo caiga al agua.
Íbamos con flores al cementerio
vos separabas una siempre y me hacías dejársela a Paco.
Yo sé que fuiste a renovar el ritual de claveles
y te quedaste a conversar, total hay tiempo
tanto tiempo, te fuiste quedando, te quedaste a su lado
y no regresaste a morir en Buenos Aires tu muerte enamorada.
Hace poco viniste a visitarme, fue una suerte hacía rato ya no te veía
Y te encontré como eras siempre, con bigotes, caminando apurado,
tarde, siempre tarde, puños cerrados
pantalón alto, zapatos viejos, camisa de rayas infinitas
el sudor perlándote la frente.
Andrés, padre, Andrés hijo, Andrés espíritu
por todo lo que vos y yo no tenemos de santos
rogá por mí, por vos, por todos
ahora, mañana y hasta el día de vernos nuevamente
Amén.

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